Si la jornada dedicada anteriormente de senderismo-fotográfico a las Peonías fue bonita e interesante, en esta ocasión cambiando totalmente de planteamiento no podemos decir que fue menos el poder estar entre los restos de los castillos de Xiquina y Tirieza, en el término municipal de Lorca.
El día amenazaba lluvia, y algunas pequeñas gotas nos refrescaron en algún momento, pero los matorrales que llenan el suelo del monte si estaban bien regados, razón por la cual nos vimos obligados a quitar la parte de abajo de los pantalones (mojadas de verdad) y quedarnos en pantalón corto, teniendo cuidado de no arañarnos demasiado, pero esas nubes "agarradas" a la montaña nos ofrecieron una sensación de belleza y tranquilidad que te obligaban a disfrutar del momento y del lugar.
Llegamos primero al castillo de Xiquena, donde lamentablemente para ellos, dejamos a los grajos que pueblan esos restos sin su tranquilidad diaria. Unas vistas sensacionales nos permitieron disfrutar de la fotografía y del momento, lugar donde difícilmente se podría en aquellos tiempos sorprender a sus habitantes, donde jornadas antes de llegar ya podían ver sus pasos desde el castillo y donde nosotros si nos sorprendimos al ver e imaginar lo que fue en su día, de manera especial esos restos de una torre circular no muy habitual en las fortificaciones.
Luego, buscando sendero para andar con tranquilidad subimos a lo que queda del castillo de Tirieza, con la mitad de su torre exagonal y unas vistas que donde se sobrepasaba Vélez Rubio.
Al tiempo recordábamos un poco su historia que en esta ocasión nos permitimos copiar lo que la web www.regmurcia.com pone sobre lo que fueron estas fortalezas.
Al tiempo recordábamos un poco su historia que en esta ocasión nos permitimos copiar lo que la web www.regmurcia.com pone sobre lo que fueron estas fortalezas.
"La ocupación
del lugar parece remontarse a tiempos remotos, con indicios materiales desde el
eneolítico. No obstante, como afirma Manzano Martínez, el significado histórico
actual de Xiquena data de época islámica, cuando quizá hacia el siglo X
comienza a asentarse población en las terrazas aluviales del valle del río
Corneros.
La incorporación del Reino de
Murcia a la Corona de Castilla a mediados del siglo XIII, convirtió a esta zona
en parte de un gran espacio fronterizo, en un permanente estado bélico más o
menos explícito. Tras unos primeros momentos de indeterminación, las fortalezas
de Xiquena y Tirieza pasaron a manos granadinas.
El linde de los dos reinos se
configuró como un espacio despoblado, una tierra de nadie que marcaba la
separación entre dos estados potencialmente hostiles: Granada y Castilla.
Reconquista cristiana
En 1433, las huestes del Adelantado
Mayor de Murcia Alonso Yáñez Fajardo (el segundo de este nombre), conquistaron
la fortaleza con un breve sitio en el que incluso llegó a intervenir una
bombarda, tal y como refiere el profesor Torres Fontes en su clásico estudio
monográfico sobre la fortaleza.
Fue a las puertas de Xiquena donde
el adelantado armó caballero a su sobrino Alonso Fajardo ¿el Bravo¿, el mítico
Alcaide lorquino que ya demostraba sus dotes guerreras, su carisma y fama, que
trascenderían luego a toda Castilla.
Desierta Tirieza, Xiquena se
convirtió en el puntal defensivo del Reino de Murcia frente al Emirato Nazarí
de Granada. Por merced de Juan II, en 1450 pasó a formar señorío del referido
Alfonso Fajardo, por lo que la fortaleza se vio implicada en la pugna de poder
que se iba a dar en todo el reino durante un periodo de guerra civil.
Nueve años después, derrotado ¿el
Bravo¿ por el adelantado Pedro Fajardo, le vendería la fortaleza al marqués de
Villena, don Juan Pacheco, que la convirtió también en plataforma del ejercicio
político en el término lorquino. Obtuvo de la Corona dos privilegios, uno de
repoblación y otro de homicianos, que le permitía mantener activa la fortaleza
con esta figura tan característica de las instituciones medievales.
Declive
Tras los avances en la frontera desde
finales del siglo XV, el castillo fue perdiendo su importancia estratégica. Así
el concejo de Lorca buscó hacerse con el control de este territorio, con aguas
abundantes, por lo que comenzó un interminable pleito entre las autoridades
municipales lorquinas y la familia Pacheco. Un tercero intervino aprovechando
la rebelión de Comunidades en 1520.
Las huestes de Pedro Fajardo Chacón,
Marqués de Los Vélez y Adelantado Mayor de Murcia, destruirían la fortaleza de
Xiquena, aún en manos del de Villena. Los motivos, sin duda, hay que buscarlos
aún en el majestuoso y vecino castillo palacio de Vélez Blanco."
No hay comentarios:
Publicar un comentario